Hotel Kafka - Libros Recomendados

Tfno.
917 025 016

Estás en Libros recomendados por Hotel Kafka

domingo, 8 de julio de 2007

Un hombre sin patria - Kurt Vonnegut


Kurt Vonnegut
UN HOMBRE SIN PATRIA
Traducción de Daniel Cortés
Editorial: Ediciones del Bronce. Barcelona, 2006.
Cartoné con sobrecubierta
ISBN: 84-8453-167-8
Precio: 19,00 €
Tamaño: 15 x 23 cm. 172 páginas

Un hombre sin patria es el último libro que publicó Kurt Vonnegut (Indianápolis, 1922- Nueva York, 2006). Autor no muy conocido en España que alcanzó la fama mundial con su obra maestra: Matadero cinco o La cruzada de los niños, donde el germanoamericano revisitaba en plena guerra de Vietnam la masacre causada por el bombardeo incendiario inglés sobre Dresde, la Florencia alemana, el bombardeo con más victimas de la historia de la humanidad, superando incluso los bombardeos nucleares de Hiroshima y Nagasaki. El libro supone el cierre de una brillante carrera, que incluyó también otras novelas excelentes como Cuna de gato, Madre noche, Las sirenas de Titán, Pájaro de celda o Dios le bendiga, Mr. Rosewater.

De naturaleza ensayística combina reflexiones de Vonnegut con reproducciones de textos serigrafiados, unos y otros textos, son breves, brillantes y llenos de humor ácido, criticando todos los aspectos de nuestra sociedad más desagradables para él, desde Bush hasta la destrucción del medioambiente por el uso abusivo de los combustibles fósiles.

Con apenas 170 páginas, muchas de ellas ilustradas, y la claridad de lenguaje que atesora el autor norteamericano se lee en un suspiro. No se trata de una colección de artículos y su humor e ingenio le alejan del panfleto político, es sin más una obra literaria sin grandes pretensiones pero llena de valores y de alguna información valiosa, como es la aclaración de que Matadero 5 arrancó realmente cuando fue consciente de que los soldados que lucharon en la guerra "eramos niños" -siempre lo son-, en un contexto que le permitía escribir líbremente sobre la verdad que había visto: "las cosas horribles que les habíamos hecho a la peor gente imaginable: los nazis".

Se define a sí mismo como humanista "Los humanistas procuramos que nuestra conducta sea lo más decente, justa y honrosa que podamos, sin esperar recompensa ni castigo en otra vida", como Cristiano "si Cristo no hubiese pronunciado el Sermón de la Montaña, con su mensaje de misericordia y piedad, yo no quisiera ser un ser humano.", al tiempo que ateo y socialista.

Más allá de las clasificaciones que se otorga a sí mismo Vonnegut, nos encontramos con uno de los representantes de una extensa estirpe de escritores satíricos, cuyo príncipe es Rabelais y con una nómina donde encontramos a Jonathan Swift y Mark Twain, éste último de influencia innegable sobre el autor norteamericano. No es como dice desacertadamente la cuarta de cubierta, la recuperación del "género de crítica que popularizó Michael Moore, pero lo lleva a un nuevo nivel".

Tras enumerar las múltiples contradicciones de los críticos que le calificaban de escritor de ciencia ficción por el mero hecho de utilizar con conocimiento de causa la tecnología en sus novelas y también de ludita, con esa fidelidad extraña en el siglo XXI hacia la máquina de escribir y hacia las serigrafías, finaliza este apocalíptico y luminoso libro con un Requiem en verso, donde la Tierra exclama: "¡se acabó!, a la gente no le gustaba estar aquí".
Ahora "Kurt Vonnegut está en el cielo" y desde ahí nos sigue regalando su ironía, aquí botón de muestra:






domingo, 1 de julio de 2007

Scaramouche, la cultura de la risa


Rafael Sabatini
SCARAMOUCHE
Traducción de Manuel Pereira Quintero
Editorial: Mondadori. Colección: Grandes clásicos. Barcelona, 2007. 1ª edición.
Cartoné con sobrecubierta
ISBN: 978-84-397-2079-9
Precio: 21,00 €
Tamaño: 21 x 14 cm. 432 páginas

La exitosa novela del angloitaliano Rafael Sabatini, creada en 1921, ha sido erróneamente considerada como un bien realizado ejemplo de las novelas de aventuras y un tardío colofón o secuela de un género cuyo ejemplo más glorioso estaría en los Tres Mosqueteros de Dumas.
Incidieron en esta lectura la óptica aportada por el cine con la adaptación de varias obras de este autor: Capitán Blood, El Halcón de los Mares y ésta que nos ocupa: Scaramouche.

Hay ocasiones en que las apariencias engañan, orienta sobremanera la primera frase del libro, digna por cierto de figurar en la antología de mejores primeras frases: "Nació con el don de la risa y con la intuición de que el mundo estaba loco. Y ese era todo su patrimonio".

En efecto esta obra anticipa en bastantes años el interés por un aspecto de la cultura que luego interesaría sobremanera a Mijail Bajtin, el rol de la "cultura de la risa" frente a la cultura de la seriedad del ámbito oficial (Iglesia, Estado, etc...) un antitético espejo artístico y teatral de cuyas máscaras se despojan finalmente los hombres para volver al universo grave de la existencia cotidiana.

No es si no otro el trayecto que se dibuja en la travesía vital de André-Louis Moreau, el héroe de esta aventura, la cual corre paralela a la gestación de la Revolución Francesa. André-Louis, acosado de sedición por defender las ideas antiaristocráticas de un amigo suyo, se refugia en una compañía errante de la Commedia dell'Arte para pasar desapercibido, es ahí donde se convierte en el actor que representa a Scaramouche. Es ese segundo acto el más brillante de la novela, con un juego metaliterario notable, un ritmo espléndido y con una admiración evidente por la cultura popular que se encierra en este tipo de teatro.

Es en efecto esta la parte más original de la novela, y su nucleo central: la vida y la aventura de la vida como representación y a la vez la vida también como motor de la evolución de la narración: un André-Louis que se prepara de forma constante para el gran duelo final con su enemigo.

El último tercio del libro presenta al personaje de vuelta al mundo de "la seriedad", donde el personaje se convierte en paladín de tercer estado, un consumado maestro de esgrima y diputado de la asamblea. El amor por una joven actriz se sustituye aquí por el de una joven noble, clase a la que finalmente, el hasta entonces desclasado André-Louis desconocía pertenecer. Termina pues así la representación carnavalesca y baja el telón.

El final feliz desmerece un tanto el relato, cerrado y como de cuento, tras unas peripecias vistas siempre desde la perspectiva revolucionaria resulta ciertamente chocante pues es discutible que André-Louis haya amado ser alguien más que cuando era Scaramouche. Quizá este aspecto dota al libro de un matiz algo anticuado, en una época en que ya se alumbraban obras de vanguardia.

En el lado "negativo" de esta buena novela está el tratamiento que se hace del mundo "serio", con una explicación demasiado discursiva y plana de la situación histórica que contrasta fuertemente con la agilidad del resto de las páginas. Algo que no obstante no es extraño encontrar en cualquier best-seller de nuestro tiempo, pero que sin duda podría haber sido tratado de otra manera. Aunque se justifica narrativamente diciendo que se trae a colación no por ilustrar la historia de aquella época sino porque revela la perspectiva de André-Louis la realidad es que es una exposición algo forzada que obviamente no sería la de un personaje coetáneo de los acontecimientos, sino de un discurso proveniente de la perspectiva de historiadores más modernos.

En cierto modo nos encontramos con un peculiar objeto literario de bastante calidad, con algunos claroscuros, a medio camino entre la novela del XIX, el teatro de Goldoni o de Ben Johnson y el bestseller moderno. La mejor novela de uno de esos hombres que consagraron su vida a algo tan importante como fútil: escribir.

lunes, 25 de junio de 2007

El jinete de bronce - Aleksandr Pushkin


EL JINETE DE BRONCE
Traducción, estudio preliminar y notas de
Eduardo Alonso Luengo. Edición bilingüe.
1ª edición: 2001. 2ª edición: 2005.
101 pp. Rusia.
PUSHKIN, Alexandr
poesía Hiperión, 387
ISBN:84-7517-673-9 / 978-84-7517-673-4
Precio: 8 €



En 1833, Alexandr Pushkin concluyó una de las obras fundamentales de su breve pero deslumbrante biografía artística. El jinete de bronce es un poema narrativo de extensión media: 481 versos, que aunque parte de un hecho real --la inundación que asoló San Petersburgo en 1824-- construye a partir de la perspectiva particular de Eugenio, un pobre funcionario que pierde a su novia en la riada, una peculiar epifanía, donde el personaje, enloquecido de dolor, se enfrenta a la estatua del zar Pedro, que se eleva triunfal como la estatua ecuestre de Marco Aurelio sobre un inmenso pedestal de roca a las orillas del Neva.

El poema progresa desde la violencia extrema de la tormenta a la angustia interior del personaje y hacia un ambiente cada vez más oscuro, con una plasticidad, ritmo y sucesión de imagenes abrumadores.

Un poema que raya la perfección y que forma parte de una obra que en su conjunto se considera que funda la literatura rusa moderna y que por otro, da origen a una brillantísima estirpe de poetas petersburgueses entre los que se encuentran Mandelstam, Ajmatova, Brodsky...

Este poema inspiraría al mismo Dostoievski cuando su Adolescente reflexiona acerca de San Petersburgo: "Si de igual modo que se remonta esa niebla y se va arriba, ¿no se irá con ella también toda esa podrida, enfangada ciudad, no se elevará con la bruma y desaparecerá como niebla, y quedará en lugar suyo el antiguo pantano finés, y en su centro, para ornato, el jinete de bronce sobre su resollante corcel?".

Tan extremadamente audaz como poco condescendiente con el zar Nicolás I fue una de las pocas obras que han permanecido de forma constante en el canon literario ruso, incluso tras la convulsión cultural de la revolución soviética. En el prólogo se comenta la frecuente comparación de Pushkin con Mozart, debido tanto a su prodigioso talente como a su breve biografía. Esta obra sin embargo quizá se podría conectar plenamente con otro artista de la época: Eugene Delacroix, con el movimiento que imprime a sus obras, con la fortaleza del trazo y el uso intenso del claroscuro.

Extracto:
(...) Rodeando el pedestal del monumento
se acerca el pobre loco, y la mirada
clava en la faz del Zar de medio mundo.
Con el pecho turbado y oprimido
posa en la helada verja la cabeza.
Se le nubla la vista y una llama
le corre por las venas, y la sangre
le empieza a hervir. Se le ensombrece el gesto
ante el soberbio monstruo, le rechinan
los dientes y las manos se le crispan
cuando poseo por obscura fuerza
le susurra con rabia estremecida:
"¡Espérate, arquitecto de milagros!
¡Ya verás!..." y se escapa a la carrera
creyendo que el terrible zar, ardiendo
en ira, la cabeza había girado... (...)

lunes, 18 de junio de 2007

William Blake por G.K. Chesterton


Gilbert K. CHESTERTON
WILLIAM BLAKE
Traducción de Victoria León.
Prólogo de André Maurois
Ediciones Espuela de Plata, Col. Literatura universal, nº3, Sevilla, 2007, 1ªed
Precio: 9 €
220 páginas

Edición extremadamente cuidada, partiendo de una originalísima cubierta, buena traducción y un buen prólogo de André Maurois, y con numerosas ilustraciones de William Blake que resultan totalmente pertinentes habida cuenta a la relación entre las imágenes y la visión poética que sobre Blake establece el propio Chesterton. Tan sólo se hecha en alguna ocasión de menos el que se hubieran incluido algunas láminas en color y a mayor tamaño, algunos poemas como "El Tigre" bien lo hubieran merecido. Sea como fuere una edición muy por encima del estándar que normalmente nos encontramos, lo que es de agradecer.

El lector de Blake siempre puede encontrar algo de interés en las lecturas que los distintos escritores hacen de él y en especial si se trata de tipos con la sagacidad de Chesterton. Blake confiere a sus poemas de una densidad de sentido asombrosa y unas imágenes y mitología tan extremadamente concretas y elaboradas como poco familiares en ocasiones, que el orondo escritor inglés colabora a dilucidar.

Chesterton se alumbra el camino desde los "motores" de la creación, Maurois -y en la lectura del libro de GKC aflora lo mismo- llama la atención sobre la afinidad "adánica" de ambos, que de alguna forma reinventan la religión desde una posición muy personal para llegar a soluciones que en el marco del cristianismo dominante en Inglaterra (protestantes y anglicanos) les sitúa en un extraño punto intermedio con el catolicismo.

Más allá de la fe, une a ambos autores una peculiar forma de relación con el mundo que les rodea y del que se alimentan intelectualmente. La admiración hacia Blake es sincera y algunos poemas -como El Tigre- son considerados por Chesterton logros incontestables. Eso no excluye la crítica:

"En mi opinión, es posible comprobar, por lo general, si bien con algunas importantes excepciones, que siempre que Blake habla más de inspiración es cuando realmente está menos inspirado. Es decir, menos inspirado por sean cuales sean esos espíritus que gobiernan la buena poesía y el buen pensamiento. Sean cuales sean los espíritus que gobiernan la mala poesía y el mal pensamiento, él estaba abundantemente inspirado por ellos. [...] Está bien que grandes hombres como Mr. Rossetti y Mr. Swinburne confíen plenamente en el serafín de Blake. Naturalmente, ambos pueden confiar en los ángeles ―pues no creen en ellos. Sin embargo, yo sí creo en los ángeles y, de paso, también en los ángeles caídos."
Como se ve su admiración se aleja de la perspectiva prerafaelita. Chesterton crea un ensayo de desigual progresión, que contiene ciertamente numerosas aportaciones valiosas, entre otras, el relacionar a William Blake con su época, el siglo XVIII, considerado habitualmente como el "siglo de la razón". Conecta esto con el desmontaje y reconstrucción formal de las religiones que provoca la emergencia de sociedades secretas entre las que se encuentra la masonería. Otro de los hallazgos es la comparación por oposición entre la visión artística de Blake y el impresionismo contemporáneo, el uno viendo la esencia de las realidades y el otro las diferentes realidades en torno al mismo ser (véanse las series de catedrales de Monet).

En este libro se encuentra al fin y al cabo la reunión de dos poéticas interesantísimas y personalísimas, la de William Blake y la de Chesterton, una lectura muy aprovechable para cualquier lector que alumbra al tiempo la transición hacia la cultura contemporánea.

martes, 12 de junio de 2007

El juicio de Dios de Heinrich Von Kleist

El relato publicado en la colección "Breviarios del Rey Lear" muestra un ejemplo de la mejor escritura alemana del romanticismo: mientras Hölderlin se mostraba como uno de los poetas más audaces y significativos del movimiento, Von Kleist alumbraba con una prosa cuidada y clara, sólo sencilla en apariencia, sus propios y profundos propósitos.




"El Juicio de Dios" de Von Kleist se inscribe en una de las lineas de fuerza que sostiene su precisa escritura: la lucha por dar sentido a la vida a través de la literatura, o cuando menos por preguntarse todo tipo de cuestiones en torno al objeto de su preocupación. Dios no queda al margen, la muerte tampoco: "Después de la ceremonia nupcial, don Friedrich fue condecorado por el Emperador, y cuando éste acabó sus asuntos en Suiza, regresó a Worms". Una vez allí, ordenó que en los estatutos del santo duelo divino, donde se supone que siempre salen a la luz los culpables, añadiesen las palabras: "Si es la voluntad de Dios". "

Reconocido como uno de los autores que más influyó en Kafka sostiene en esta obra una obsesión por la naturaleza de la Justicia, su relación con la venganza y los defectos en su aplicación, que en efecto emparentan este breve cuento con El Proceso, mientras que su argumento y sustancia llevan también hacia Robert Luis Stevenson.

El juicio de Dios con todo y pese a su grave trasfondo temático usa de un peculiar tejido narrativo que se articula con la levedad y el aroma de un cuento alemán de princesas. Un retorno a la tradición que le relaciona con un movimiento del que los máximos representantes serían sus coetáneos: los Grimm, aunque ciertamente se utiliza con un sentido literario asombroso.

Kleist hace arder en la hoguera a la verdad absoluta en un tiempo pasado en el que los meses se sucedían contemplando las lunas y Dios creía ser aún cierto tipo de Juez.




EL JUICIO DE DIOS (EL DUELO)
HEINRICH VON KLEIST
REY LEAR 2007
67 PÁGINAS
Traducción de Ursula Toberer

---------------------------------------------------------------------------------
Heinrich Von Kleist (Frankfurt del Order, 1777 - Wannsee, 1811) está considerado uno de los principales escritores alemanes del siglo xviii, máximo representante en su país del movimiento romántico. Su influencia fue decisiva en autores posteriores, como Franz Kafka, aunque durante su vida tuvo que sufrir la incomprensión de sus coetáneos. Tras emprender la carrera militar, en 1799 se trasladó a Berlín, donde estudió filosofía y matemáticas. Allí se familiarizó con el pensamiento de Kant y renegó de la existencia de una única verdad absoluta.

Creador junto a Tieck de la novela corta alemana, se le considera precursor de la literatura expresionista. Viajó por gran parte de Europa y se enfrentó abiertamente contra el imperialismo napoleónico, lo que le costaría la cárcel. Con tan sólo 34 años, agobiado por la desesperanza y la ruina económica, se suicidó en el lago Wannsee junto a su amante, Henriette Vogel.

lunes, 4 de junio de 2007

Alianzas duraderas - Cristina Cerrada

CRISTINA CERRADA
LENGUA DE TRAPO
320 PÁGINAS, 21,85 EUROS
Alianzas duraderas, Cristina Cerrada
Alejándose del costumbrismo y con una mirada original, provocativa e irónica, Cristina Cerrada (Madrid, 1970), indaga a través de ésta su segunda novela, “Alianzas duraderas”, en la dificultad por sobrellevar una vida anodina, familiar y relativamente estable, cuando para ello se ha tenido que renunciar a aquello que más se deseaba. En palabras de la escritora: "¿Hasta qué punto el abandono de la propia identidad y de las fantasías que te han acompañado durante los primeros años de tu vida son tolerables después de tanto desprendimiento?".

Bernabé Leblanc ha pasado de dar clases de antropología en la universidad a trabajar como operario en un servicio de limpieza del ayuntamiento. Lejos quedan sus sueños de convertirse en investigador, de viajar a lugares recónditos para estudiar tribus primitivas. Dadas las dificultades económicas en que se encuentra, se traslada a la casa de su suegro junto a su voluminosa familia —cuatro hijas, una nieta, su mujer, el marido de la hija mayor—. Bernabé soporta estoicamente la situación —los despotismos de su jefe en la unidad de limpieza, los desvaríos y devaneos de su suegro, etc—, pero todo se complica cuando una antigua compañera de profesión le ofrece dejarlo todo y viajar al Pacifico Sur a investigar las costumbres sexuales de una tribu nada común.

“Alianzas duraderas” es así una comedia dramática, que nos traslada, sin caer en sentimentalismos fáciles, a una realidad cruda y descarnada, a un mundo en el que alcanzar la felicidad es, como poco, una tarea bastante complicada.

La estructura de la novela es convencional —el narrador comienza mostrándonos unas “instantáneas” de la vida de Bernabé para luego seguir un orden cronológico en el que intercala flashbacks cuando la narración lo requiere—, pero es en el estilo, en su prosa directa, mordaz y concisa, en la sobriedad de sus descripciones, en el acertado manejo de las metáforas de situación, donde la novela realmente destaca. Si a todo esto, además, le sumamos un excepcional trabajo con el diálogo y unos personajes complejos y contradictorios que van evolucionando desde la primera página y que logran establecer una gran empatía con el lector, podemos terminar afirmando que estamos ante un texto nada desdeñable, de alta calidad literaria, y con buenas dosis de un particular humor, tan sutil como punzante.

jueves, 26 de abril de 2007

Cuentos de muerte y de sangre de Ricardo Güiraldes

Ricardo Güiraldes
Cuentos de muerte y de sangre
Prólogo de Mateo de Paz
Artemisa Ediciones, La Laguna,
Santa Cruz de Tenerife, 2006
144 páginas, 14.95 €

Ricardo Güiraldes cerró con llave de oro la literatura gauchesca. Don Segundo Sombra (1926) fue la novela que le dio la fama universal un año antes de morir en París a causa de un cáncer linfático. El pasado 2006, Artemisa Ediciones, publicó Cuentos de muerte y de sangre, la primeriza obra narrativa de Güiraldes en 1915. Curiosa es la historia de un libro que, publicado a la par que el libro ultraísta El cencerro de cristal, vendió solamente siete ejemplares, como señala Mateo de Paz en el prólogo titulado «El hombre sin generación». La razón del estrepitoso fracaso reside en que la crítica se rió del Cencerro y la mala fama de este libro de poemas arrastró a unos cuentos que incidían en el ser argentino gauchesco. El resto de la tirada fue arrojado al pozo de La Porteña, la conocida estancia que los Güiraldes tenían en San Antonio de Areco, un total de 2.500 libros, de los que Adelina del Carril, su mujer, logró salvar unos pocos que hoy se han convertido en material de coleccionista. El lenguaje de estas narraciones es duro, plagado de regionalismos y expresiones pamperas, pero en la obra se intuye, sin embargo, ese arte de narrar que tan sólo dos años después Horacio Quiroga ascendería a maestría de genio con Cuentos de amor de locura y de muerte (1917). Muchos de los cuentos, fundamentalmente los primeros, dejan la puerta abierta a la imaginación del lector. En su abertura se presiente ya la parquedad de los cuentos hispanoamericanos posteriores: el citado Quiroga, Rulfo, Di Benedetto y Borges, entre otros. Sus apasionantes historias, por lo tanto, merecen la pena ser leídas porque en ellas se aprecia el origen del cuento hispanoamericano que luego nos llegó con el «boom». Cuentos de muerte y de sangre no es sólo para expertos en la literatura gauchesca o admiradores del afrancesado Güiraldes, sino un libro recomendable por su calidad, su buen hacer y el interés de la primera obra de un autor universal.

Fragmento de «El pozo»:

Sobre el brocal desdentado del viejo pozo, una cruz de palo roída por la carcoma miraba en el fondo su imagen simple.
Toda una historia trágica.
Hacía mucho tiempo, cuando fue recién herida la tierra y pura el agua como sangre cristalina, un caminante sudoroso se sentó en el borde de piedra para descansar su cuerpo y refrescar la frente con el aliento que subía del tranquilo redondel.
Allí le sorprendieron el cansancio, la noche y el sueño; su espalda resbaló al apoyo y el hombre se hundió, golpeando blandamente en las paredes hasta romper la quietud del disco puro.
Ni tiempo para dar un grito o retenerse en las salientes, que le rechazaban brutalmente después del choque. Había rodado llevando consigo algunos pelmazos de tierra pegajosa.
 

2006 Hotel Kafka. C. Hortaleza 104, MadridTfno. 917 025 016Sala de PrensaMapa del SiteAviso Legalinfo@hotelkafka.com