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Estás en Libros recomendados por Hotel Kafka: junio 2007

lunes, 25 de junio de 2007

El jinete de bronce - Aleksandr Pushkin


EL JINETE DE BRONCE
Traducción, estudio preliminar y notas de
Eduardo Alonso Luengo. Edición bilingüe.
1ª edición: 2001. 2ª edición: 2005.
101 pp. Rusia.
PUSHKIN, Alexandr
poesía Hiperión, 387
ISBN:84-7517-673-9 / 978-84-7517-673-4
Precio: 8 €



En 1833, Alexandr Pushkin concluyó una de las obras fundamentales de su breve pero deslumbrante biografía artística. El jinete de bronce es un poema narrativo de extensión media: 481 versos, que aunque parte de un hecho real --la inundación que asoló San Petersburgo en 1824-- construye a partir de la perspectiva particular de Eugenio, un pobre funcionario que pierde a su novia en la riada, una peculiar epifanía, donde el personaje, enloquecido de dolor, se enfrenta a la estatua del zar Pedro, que se eleva triunfal como la estatua ecuestre de Marco Aurelio sobre un inmenso pedestal de roca a las orillas del Neva.

El poema progresa desde la violencia extrema de la tormenta a la angustia interior del personaje y hacia un ambiente cada vez más oscuro, con una plasticidad, ritmo y sucesión de imagenes abrumadores.

Un poema que raya la perfección y que forma parte de una obra que en su conjunto se considera que funda la literatura rusa moderna y que por otro, da origen a una brillantísima estirpe de poetas petersburgueses entre los que se encuentran Mandelstam, Ajmatova, Brodsky...

Este poema inspiraría al mismo Dostoievski cuando su Adolescente reflexiona acerca de San Petersburgo: "Si de igual modo que se remonta esa niebla y se va arriba, ¿no se irá con ella también toda esa podrida, enfangada ciudad, no se elevará con la bruma y desaparecerá como niebla, y quedará en lugar suyo el antiguo pantano finés, y en su centro, para ornato, el jinete de bronce sobre su resollante corcel?".

Tan extremadamente audaz como poco condescendiente con el zar Nicolás I fue una de las pocas obras que han permanecido de forma constante en el canon literario ruso, incluso tras la convulsión cultural de la revolución soviética. En el prólogo se comenta la frecuente comparación de Pushkin con Mozart, debido tanto a su prodigioso talente como a su breve biografía. Esta obra sin embargo quizá se podría conectar plenamente con otro artista de la época: Eugene Delacroix, con el movimiento que imprime a sus obras, con la fortaleza del trazo y el uso intenso del claroscuro.

Extracto:
(...) Rodeando el pedestal del monumento
se acerca el pobre loco, y la mirada
clava en la faz del Zar de medio mundo.
Con el pecho turbado y oprimido
posa en la helada verja la cabeza.
Se le nubla la vista y una llama
le corre por las venas, y la sangre
le empieza a hervir. Se le ensombrece el gesto
ante el soberbio monstruo, le rechinan
los dientes y las manos se le crispan
cuando poseo por obscura fuerza
le susurra con rabia estremecida:
"¡Espérate, arquitecto de milagros!
¡Ya verás!..." y se escapa a la carrera
creyendo que el terrible zar, ardiendo
en ira, la cabeza había girado... (...)

lunes, 18 de junio de 2007

William Blake por G.K. Chesterton


Gilbert K. CHESTERTON
WILLIAM BLAKE
Traducción de Victoria León.
Prólogo de André Maurois
Ediciones Espuela de Plata, Col. Literatura universal, nº3, Sevilla, 2007, 1ªed
Precio: 9 €
220 páginas

Edición extremadamente cuidada, partiendo de una originalísima cubierta, buena traducción y un buen prólogo de André Maurois, y con numerosas ilustraciones de William Blake que resultan totalmente pertinentes habida cuenta a la relación entre las imágenes y la visión poética que sobre Blake establece el propio Chesterton. Tan sólo se hecha en alguna ocasión de menos el que se hubieran incluido algunas láminas en color y a mayor tamaño, algunos poemas como "El Tigre" bien lo hubieran merecido. Sea como fuere una edición muy por encima del estándar que normalmente nos encontramos, lo que es de agradecer.

El lector de Blake siempre puede encontrar algo de interés en las lecturas que los distintos escritores hacen de él y en especial si se trata de tipos con la sagacidad de Chesterton. Blake confiere a sus poemas de una densidad de sentido asombrosa y unas imágenes y mitología tan extremadamente concretas y elaboradas como poco familiares en ocasiones, que el orondo escritor inglés colabora a dilucidar.

Chesterton se alumbra el camino desde los "motores" de la creación, Maurois -y en la lectura del libro de GKC aflora lo mismo- llama la atención sobre la afinidad "adánica" de ambos, que de alguna forma reinventan la religión desde una posición muy personal para llegar a soluciones que en el marco del cristianismo dominante en Inglaterra (protestantes y anglicanos) les sitúa en un extraño punto intermedio con el catolicismo.

Más allá de la fe, une a ambos autores una peculiar forma de relación con el mundo que les rodea y del que se alimentan intelectualmente. La admiración hacia Blake es sincera y algunos poemas -como El Tigre- son considerados por Chesterton logros incontestables. Eso no excluye la crítica:

"En mi opinión, es posible comprobar, por lo general, si bien con algunas importantes excepciones, que siempre que Blake habla más de inspiración es cuando realmente está menos inspirado. Es decir, menos inspirado por sean cuales sean esos espíritus que gobiernan la buena poesía y el buen pensamiento. Sean cuales sean los espíritus que gobiernan la mala poesía y el mal pensamiento, él estaba abundantemente inspirado por ellos. [...] Está bien que grandes hombres como Mr. Rossetti y Mr. Swinburne confíen plenamente en el serafín de Blake. Naturalmente, ambos pueden confiar en los ángeles ―pues no creen en ellos. Sin embargo, yo sí creo en los ángeles y, de paso, también en los ángeles caídos."
Como se ve su admiración se aleja de la perspectiva prerafaelita. Chesterton crea un ensayo de desigual progresión, que contiene ciertamente numerosas aportaciones valiosas, entre otras, el relacionar a William Blake con su época, el siglo XVIII, considerado habitualmente como el "siglo de la razón". Conecta esto con el desmontaje y reconstrucción formal de las religiones que provoca la emergencia de sociedades secretas entre las que se encuentra la masonería. Otro de los hallazgos es la comparación por oposición entre la visión artística de Blake y el impresionismo contemporáneo, el uno viendo la esencia de las realidades y el otro las diferentes realidades en torno al mismo ser (véanse las series de catedrales de Monet).

En este libro se encuentra al fin y al cabo la reunión de dos poéticas interesantísimas y personalísimas, la de William Blake y la de Chesterton, una lectura muy aprovechable para cualquier lector que alumbra al tiempo la transición hacia la cultura contemporánea.

martes, 12 de junio de 2007

El juicio de Dios de Heinrich Von Kleist

El relato publicado en la colección "Breviarios del Rey Lear" muestra un ejemplo de la mejor escritura alemana del romanticismo: mientras Hölderlin se mostraba como uno de los poetas más audaces y significativos del movimiento, Von Kleist alumbraba con una prosa cuidada y clara, sólo sencilla en apariencia, sus propios y profundos propósitos.




"El Juicio de Dios" de Von Kleist se inscribe en una de las lineas de fuerza que sostiene su precisa escritura: la lucha por dar sentido a la vida a través de la literatura, o cuando menos por preguntarse todo tipo de cuestiones en torno al objeto de su preocupación. Dios no queda al margen, la muerte tampoco: "Después de la ceremonia nupcial, don Friedrich fue condecorado por el Emperador, y cuando éste acabó sus asuntos en Suiza, regresó a Worms". Una vez allí, ordenó que en los estatutos del santo duelo divino, donde se supone que siempre salen a la luz los culpables, añadiesen las palabras: "Si es la voluntad de Dios". "

Reconocido como uno de los autores que más influyó en Kafka sostiene en esta obra una obsesión por la naturaleza de la Justicia, su relación con la venganza y los defectos en su aplicación, que en efecto emparentan este breve cuento con El Proceso, mientras que su argumento y sustancia llevan también hacia Robert Luis Stevenson.

El juicio de Dios con todo y pese a su grave trasfondo temático usa de un peculiar tejido narrativo que se articula con la levedad y el aroma de un cuento alemán de princesas. Un retorno a la tradición que le relaciona con un movimiento del que los máximos representantes serían sus coetáneos: los Grimm, aunque ciertamente se utiliza con un sentido literario asombroso.

Kleist hace arder en la hoguera a la verdad absoluta en un tiempo pasado en el que los meses se sucedían contemplando las lunas y Dios creía ser aún cierto tipo de Juez.




EL JUICIO DE DIOS (EL DUELO)
HEINRICH VON KLEIST
REY LEAR 2007
67 PÁGINAS
Traducción de Ursula Toberer

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Heinrich Von Kleist (Frankfurt del Order, 1777 - Wannsee, 1811) está considerado uno de los principales escritores alemanes del siglo xviii, máximo representante en su país del movimiento romántico. Su influencia fue decisiva en autores posteriores, como Franz Kafka, aunque durante su vida tuvo que sufrir la incomprensión de sus coetáneos. Tras emprender la carrera militar, en 1799 se trasladó a Berlín, donde estudió filosofía y matemáticas. Allí se familiarizó con el pensamiento de Kant y renegó de la existencia de una única verdad absoluta.

Creador junto a Tieck de la novela corta alemana, se le considera precursor de la literatura expresionista. Viajó por gran parte de Europa y se enfrentó abiertamente contra el imperialismo napoleónico, lo que le costaría la cárcel. Con tan sólo 34 años, agobiado por la desesperanza y la ruina económica, se suicidó en el lago Wannsee junto a su amante, Henriette Vogel.

lunes, 4 de junio de 2007

Alianzas duraderas - Cristina Cerrada

CRISTINA CERRADA
LENGUA DE TRAPO
320 PÁGINAS, 21,85 EUROS
Alianzas duraderas, Cristina Cerrada
Alejándose del costumbrismo y con una mirada original, provocativa e irónica, Cristina Cerrada (Madrid, 1970), indaga a través de ésta su segunda novela, “Alianzas duraderas”, en la dificultad por sobrellevar una vida anodina, familiar y relativamente estable, cuando para ello se ha tenido que renunciar a aquello que más se deseaba. En palabras de la escritora: "¿Hasta qué punto el abandono de la propia identidad y de las fantasías que te han acompañado durante los primeros años de tu vida son tolerables después de tanto desprendimiento?".

Bernabé Leblanc ha pasado de dar clases de antropología en la universidad a trabajar como operario en un servicio de limpieza del ayuntamiento. Lejos quedan sus sueños de convertirse en investigador, de viajar a lugares recónditos para estudiar tribus primitivas. Dadas las dificultades económicas en que se encuentra, se traslada a la casa de su suegro junto a su voluminosa familia —cuatro hijas, una nieta, su mujer, el marido de la hija mayor—. Bernabé soporta estoicamente la situación —los despotismos de su jefe en la unidad de limpieza, los desvaríos y devaneos de su suegro, etc—, pero todo se complica cuando una antigua compañera de profesión le ofrece dejarlo todo y viajar al Pacifico Sur a investigar las costumbres sexuales de una tribu nada común.

“Alianzas duraderas” es así una comedia dramática, que nos traslada, sin caer en sentimentalismos fáciles, a una realidad cruda y descarnada, a un mundo en el que alcanzar la felicidad es, como poco, una tarea bastante complicada.

La estructura de la novela es convencional —el narrador comienza mostrándonos unas “instantáneas” de la vida de Bernabé para luego seguir un orden cronológico en el que intercala flashbacks cuando la narración lo requiere—, pero es en el estilo, en su prosa directa, mordaz y concisa, en la sobriedad de sus descripciones, en el acertado manejo de las metáforas de situación, donde la novela realmente destaca. Si a todo esto, además, le sumamos un excepcional trabajo con el diálogo y unos personajes complejos y contradictorios que van evolucionando desde la primera página y que logran establecer una gran empatía con el lector, podemos terminar afirmando que estamos ante un texto nada desdeñable, de alta calidad literaria, y con buenas dosis de un particular humor, tan sutil como punzante.
 

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